jueves, 4 de enero de 2018

Porto Alegre (y la vuelta a casa)

Junio del 2017.

Desde Itapema, se nos venían unos 500 kilómetros de viaje. En Brasil, las distancias largas y los recorridos con muchas horas son una norma. Nosotros teníamos un vuelo desde Montevideo el 2 de Junio y nos apuraba llegar, lo más cerca posible del aeropuerto, Porto Alegre estaba unos 500 kilómetros cerca, así que nos serviría. El bus "Penha" nos acompañó en un agradable viaje por toda la noche...aún leo el nombre del bus y me da risa, como que nos daba "pena".

Nuestro viaje nocturno
Llegamos a eso de las 7 de la mañana a Porto Alegre, una ciudad bien gris, en una mañana bien gris, nos recibían en un terminal, igual de gris. Es que al llegar a la capital de Rio Grande do Sur, me sentí haber arribado al terminal San Borja, o en verdad a cualquier terminal de nuestro querido Santiago de Chile. El ambiente de Porto Alegre es frío, estábamos bien lejos de esa imagen "tropical y veraniega" que existe de Brasil, es que el sur del país perfectamente puede separarse como otro país, es demasiada la diferencia versus el norte de Brasil. Los une claro, el idioma, con el resto del país, pero considerando que casi 1/4 de la población vive en Sao Paulo, y una cantidad no menor se reparte en la zona más industrializada, al sur de Brasil, esta zona es perfectamente un país aparte y requiere tiempo y dedicación para entender sus estados y mucho más tiempo para recorrerlo. Peculiarmente, Rio Grande del Sur tiene un tamaño similar a su vecino del sur, Uruguay, incluso hasta la forma geométrica es parecida, pero en el estado brasileño viven 10 millones de personas y en Uruguay solo 3 millones, en Brasil todo es grande y en el sur todo es bien diferente.

Bienvenidos a Porto Alegre
El primer desafío, antes de buscar algún desayuno surtido por los locales a la salida del terminal y por supuesto, algunas frutas, fue adaptarse en una ciudad muy acelerada, con mucho tráfico, en un horario matinal que aún era punta. Teníamos que avanzar unas 5 cuadras hasta nuestro hostal, en el mapa nada difícil, pero en la practica nos encontraríamos con una poco amable ciudad de Porto Alegre. El cambio fue drástico, de pasar a Bombinhas, a una megaciudad donde las veredas parecen ser un lujo, una ciudad con una planificación urbana tan tristemente poco amigable, donde debes buscar un rumbo en zig zag, para seguir una línea recta, fue drástico. Se supone que si tu quieres avanzar derecho, debes seguir derecho, pero no fue así. Tuvimos que cruzar un puente, luego pasarnos a una vereda y luego a otra, hasta empalmar con un parque para recién adentrarnos en la zona de "Cidade Baixa", donde estaba el hostal que nos esperaba, la preferencia en Porto Alegre era para los autos y al final, para las personas. El arte callejero también era reemplazado, por una montonera de grafitis pintados solo a spray de 1 color, que más amedrentaba que acogía. La primera impresión de Porto Alegre no era amigable.

Nos recibió el Eco Hostel, una casa grande acondicionada como hostal. Tiene un gran patio trasero, donde hay varios lugares para descansar y un par de hamacas. Mucho mobiliario antiguo y una gran zona de confort en el living. La habitación de nosotros algo pequeña, pero cómoda. Y lo mejor del hostal, una ubicación privilegiada: a una cuadra de un gran supermercado, en una zona de pubs, a una distancia cercana del centro histórico de la ciudad, pero también con la distancia suficiente para no sentirse tan al centro de la misma. Cidade Baixa es una zona que se empieza a declarar bohemia, donde andar en bicicleta empieza a ser una buena alternativa, ya que varias veredas muestran incipientes ciclovias, en un Brasil que lucha con la superpoblación, incluida la de los vehículos, pues encontrar tacos en cualquier ciudad de Brasil, es algo muy común. Al llegar y chequearnos, el hostal nos arrendó un par de bicicletas, que nos sirvió para darle una vuelta a varios atractivos de Porto Alegre.

Ahora bien, Porto Alegre no era ningún destino, sino era una ciudad de paso en nuestra ruta a Montevideo. No sabíamos mucho de ella, más allá de que tienen dos equipos de fútbol, el Inter y el  Gremio, con el cual habitualmente nuestros equipos nacionales pierden, pero más allá de esto, no sabíamos mucho de la ciudad. En estricto rigor, el "puerto alegre", queda hacía un río, y no hacía el mar. El tema es que es un río muy grande, llamado Guaiba, que en estricto rigor, es un lago, pero largo y ancho, que da en un mapa, desde muy lejos, una imagen de un río. Sus habitantes son los gauchos, se toma mate y el plato principal son las carnes asadas, acá conocidas como churrascos. Entonces, uno al ser chileno y tener vecinos argentinos, asimila más el mate y los gauchos con nuestros hermanos trasandinos. Es que acá viene esa cosa entretenida donde las culturas argentinas, uruguayas y argentinas, se empiezan a mezclar y solamente los separan historias políticas propias y algunas mixtas... y claramente, el idioma, pero no hay que olvidar que en algún momento Porto Alegre, fue parte de las disputas coloniales entre españoles y portugueses, aunque eso da para un libro de historia aparte con muchos capítulos y divergencias. Volviendo a nuestro viaje, una persona que quizás venga de afuera de Sudamérica, inicialmente verá pocas diferencias en estas regiones, así que con el correr de los días, quisimos recorrerla un par de días en tranquilidad y acá desglosamos algunos atractivos para darle una vuelta.

Ya instalados en el hostal, estábamos frente al Parque Ferrouphilla, que lo atravezaamos en bicicleta. Está cruzando desde nuestra ubicación en el hostal, así que se puede ir caminando. También fuimos en las bicicletas hasta el Jardín Botánico de Porto Alegre, a la entrada te cobran 6 reales al entrar. Son 39 hectareas, con una frondosa vegetación, con arboles bastante grandes para lo que uno se imagina a un jardín. Al interior al un anfiteatro al aire libre y una señalización bastante simple para poder moverse en el lugar. También aprovechamos de ingresar al Museo de Ciencias Naturales, donde se explica en parte el origen de la fauna de Rio Grande do Sur, el ingreso al museo viene incluido en el ticket de ingreso.

Jardín Botánico
Jardín Botánico y su exploradora

El Jardín Botánico y su mega flora
El anfiteatro del Jardín Botánico

Siguen las megaplantas

Mensión aparte a la laguna donde daba rienda suelta frente a la cámara este amigo negro:








La vuelta en bicicleta fue en el horario punta y volveremos a repetirlo... ¡Que manera de haber autos en Porto Alegre! Cuando miras documentales de ciclistas y organización urbana, siempre el ejemplo es Sao Paulo o cualquier mega-urbe brasileña y pareciera que esto es verdad. Como las ciudades, y en general el país es tan grande, la bicicleta parece ir tomando algo de protagonismo, pero los conductores de autos aún no asumen esto, así que hay que moverse con cuidado por las calles, ya que son pocas (y casi ninguna....) de las bicis que recorrimos la ciudad. Al llegar a la ciudad nos dimos cuenta de esto: Toda la preferencia es para el auto, lo cual no funciona mucho, considerando que la ciudad estaba colapsada en atochamientos. Como dijimos al llegar, nosotros para cruzar un par de cuadras en linea recta, tuvimos que darnos varias vueltas. No hay mucha preferencia para los peatones siquiera y la planificación urbana le da prioridad a todos los vehículos, menos al ciclista. A este paso no durarán mucho antes del colapso.

También nos fuimos a pie al centro histórico, un camino donde puedes encontrar el Monumento de Acorianos, postal típica de la ciudad, para luego penetrar en el casco antiguo, donde emergen la Catedral Metropolitana de Porto Alegre, el Teatro San Pedro y la plaza Mariscal Teodoro. A pasos para seguir al Mercado Municipal, que ofrece un gran número de alimentos, en especial embutidos, así como artesanía típica. Lo simpático, es que era un día laboral, así que se veía todo el ajetreo del centro de la ciudad, mucho ejecutivo oficinista caminando a paso rápido, ferias artesanales a medio abrir, ofreciendo "recuerdos de porto alegre" y muchos almuerzos buffet, donde paramos a comer.


Uno de los pilares de la catedral, el mensaje es claro

El edificio de Justicia
Un hotel que no sucumbe ante la modernidad

Teatro San Pedro
La vida cotidiana de Puerto Alegre


Los rayados son algo común en Porto Alegre
Aprovechamos para entrar al Museo de Arte de Rio Grande do Sur. Una linda estructura, que ofrecía ese arte tan alejado del conocimiento de alguien que sabe poco de arte, quien escribe, para ver en unos cuadros algunas rayas y manchas, que no sabíamos realmente que era. Aún así, la entrada era gratis y al interior vendían un rico café. ¡Ah!, que no se olviden, acá el café es bueno, y aprovechamos de echarnos unas bolsitas, para traernos de vuelta a Chile.

Tratando de entender las obras 
La única que nos llamó la atención

El vestíbulo del museo
Mucho arte por hoy, nos vamos al mercado

A cuadras, nos pasamos al Mercado Municipal, con muchas tiendas de comida y embutidos, pareciera que muy comunes en este lado de Brasil. También una gran venta de Mates y Hierbas y toda una mixtura para el turista que quiere llevarse todo.







Días de relajo, no teníamos intenciones en llegar a paso rápido a Montevideo, asi que nos quedamos un día más. A la noche un partido de fútbol entre Inter De Porto Alegre v/s Palmeiras. Khris nunca había ido a ver un partido de fútbol, así que la invité para que sea su primera vez, en un estadio que acogió el Mundial de Fútbol del 2014: un recinto moderno, con todas los accesos del primer mundo, para recibir a 50.000 personas, que disfrutamos de un entretenido juego. De manera personal, también aproveché que justo en nuestro recorrido, tocaba Amon Amarth, en una disco ubicada a dos cuadras de nuestro hostal. También hubo tiempo para Bric Conceicao, una enorme tienda de vinilos que me permitió dar rienda suelta a la megalomanía de los vinilos. En resumen, Porto Alegre convive con la monotonía del gris y los esfuerzos para darle un matiz "alegre" a la ciudad... Como olvidar cuando pregunté a un brasileño en el hostal: "¿Es seguro ir a la zona del estadio?".... - Ah... ningún lugar en Brasil es seguro ahora amigo...-" dijo con un tono nostálgico. Personalmente nunca me sentí amenazado y quizás esa sensación de inseguridad es la que priman en los noticiarios y que siembran el temor, quizás con Joao Gilberto de fondo podría sonar más romántica esta nostalgia.

Desde el casco histórico de la ciudad
Como era de esperarse, nos tocaba una noche más de recorrido. En un Bus que tenía destino Montevideo, pero con cuyo chofer pactamos que nos dejara en el Aeropuerto de Carrasco, para evitar la capital de Uruguay, la ciudad más cara que conozco en Sudamérica.

Nuestro recorrido final, hasta el Aeropuerto de Carrasco
De amanecida, nos despertó el auxiliar del bus, avisándonos que ya estábamos en la entrada del Aeropuerto de Carrasco. Con una densa neblina, caminamos al interior del recinto para embarcar, era momento de volver a Santiago. En algún momento tuvimos algo de miedo, pues habían varios vuelos retrasados por la niebla, pero durante el viaje tuvimos mucha suerte en nuestro recorrido, el final de viaje no podía ser una excepción. Al rato de un café reponedor, se abría el sol y los vuelos volvían a la normalidad.

Última foto antes de abordar, atrás la capa de niebla
Se nos había acabado el viaje, donde logramos unir el Pacífico con al Atlántico, ambas costas de Sudamérica en un recorrido que se nos hizo demasiado breve, al continente americano es posible darle más tiempo, quizás un tiempo eterno. Ya habrá otro momento para seguir viajando por Sudamérica.

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Bombinhas y días off <<< Porto Alegre y el regreso

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