jueves, 29 de junio de 2017

Arequipa, la ciudad blanca

Junio del 2017.

Eran las tres de la mañana y nos recibía una fría noche, llegábamos a Arequipa, la segunda ciudad más grande del Perú. De antemano sabíamos que el taxi nos tendría que cobrar 12 soles desde el terminal de terrestre de buses hasta la zona cercana de Yanahuara, donde quedaba el departamento de Nicolás, quien sería el anfitrión por los dos días que pensábamos darle a la ciudad. El taxista respetó sagradamente los soles que nos habían adelantado, hasta el día que escribo este texto jamás logré entender cual es el taxímetro mental que usan los taxistas en Perú, pero es abrumadoramente más barato, en comparación con cualquier servicio de taxis en Chile, me dieron ganas de importarlos a Santiago, aunque colapsen la ciudad. El quinto piso en el cual se encontraba el departamento, nos permitieron darnos cuenta que ya estábamos a 2400 metros sobre el nivel del mar y el juego con la altura comenzaba a ser un romance que duraría por las próximas semanas. Los muchachos que habitaban el departamento nos recibieron animados y muy amables, nos desocuparon una pieza incluso para nosotros, toda una tremenda atención, habían temas de conversación, que nos duraron una hora, pero había que dormir, ya que al día siguiente había que darle unos recorridos a la ciudad que muchos consideran la más coqueta del sur del Perú.

Bienvenidos a Arequipa

Mirador de Yanahuara
Arequipa es la segunda ciudad más grande del Perú y esto se notaba en las calles, con un sin fin de tráfico y bocinazos, que comenzaban a ser la melodía de nuestro recorrido por Perú, parece que si no tocas el "claxón", dejas de ser peruano. La primera parte del recorrido fue la zona más tradicional de Yanahuara, coronada con una plaza y un hermoso pórtico llena de frases que daba a un mirador que permitía ver toda la ciudad. Al costado la Iglesia de San Juan Bautista, que mostraba los primeros datos del sincretismo cultural que es tan predominante en Perú, una mezcla perfecta entre la invasión católica y las raíces incaicas.

Iglesia de San Juan Bautista

Los arcos del mirador
Pasamos por una picantería, la cual nos dejó con gusto a poco y con un sabor algo caro. No nos gustó y parece que entre más caro el local, más mala era la calidad de la comida, al día siguiente comprobaríamos esto en locales de avenida Ejercito, más populares y donde los precios no subían de los 10 soles el plato. En Perú no es necesario entrar a un local tan tradicional y de buen aspecto, para encontrar comida buena.

La picantería de adobe
El triple

Preferimos la comida más barata
Y era bastante buena
Caminando nos fuimos hasta el casco histórico de la ciudad, con especial cuidado al cruzar las calles, a pesar de lo arriesgado que parezca, pasamos la prueba. La Plaza de Armas de Arequipa constaba de un marcado verde en sus arboles, una total envidia de quien tiene en la plaza de Armas de Santiago, la mayor aberración arquitectónica en Chile. La Plaza de Armas de Arequipa era como deben ser las plazas, lindas y verdes, según quien escribe.

Plaza de Armas de Arequipa






Ya al tercer día tocaba momento de irnos, volvimos al Terrapuerto, la versión peruana de lo que nosotros en Chile llamamos terminal de buses. Nos esperaba un bus nocturno rumbo a Cusco, donde llegaríamos al día siguiente en la mañana. Fueron agradables días en Arequipa, quedamos con ganas de darle más tiempo a la ciudad, muchos nos hablaron del Cañon el Colca por ejemplo, pero teníamos que estar el 7 de mayo en Machu-Picchu y funcionábamos contrarreloj.

Proximo destino

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